El potencial de las reservas de la Faja Pirítica de Andalucía, que ya atrae a la inversión global, es clave para rebajar la dependencia europea de este metal esencial.
La fiebre del cobre se ha desatado en todo el planeta. El crecimiento de la población, el acelerón por avanzar en la transición energética y el afán por electrificar todo lo que se pueda aumentarán de forma muy significativa la demanda de este metal, que ya ha sido calificado por el gran banco de inversiones Goldman Sachs como el petróleo de las próximas décadas. Pero los yacimientos actuales se agotan. Por eso, grandes corporaciones están estableciendo alianzas en busca de nuevas minas por todo el mundo que puedan satisfacer las necesidades futuras. Para no quedarse atrás y dar un impulso a nuevas explotaciones, la UE incluyó, el pasado mes de marzo, el cobre en la lista de materias primas estratégicas. Una forma para que los Estados miembros agilicen los permisos de estas infraestructuras y dar un empujón a la producción comunitaria de cobre, reduciendo así la dependencia exterior.
Y aunque los mayores productores de cobre del mundo son Chile y Perú, desde su modesto papel a nivel internacional, España juega una gran baza en la UE para aprovisionar esta materia prima: somos el segundo productor de mineral de cobre del Viejo Continente, por detrás de Polonia. Pero es que además contamos con grandes reservas en la Faja Pirítica Ibérica, que se extiende a lo largo de 250 kilómetros en el sureste peninsular y cuenta con una anchura de entre 30 y 50 kilómetros, desde Alcacer do Sal (Portugal) hasta la provincia de Sevilla.
En la zona española ya hay decenas de proyectos de investigación para explorar minerales (entre ellos el cobre) que ha autorizado la Junta de Andalucía y están en ejecución; y otros que han sido solicitados y esperan autorización. Lo que demuestra el gran interés inversor por las potencialidades mineras de este espacio. Es más, un informe de la misma OCDE ya destacaba en 2021 «el potencial de la minería metálica andaluza como modelo de industria sostenible» que «está llamada a jugar un papel clave como proveedora de minerales críticos de gran protagonismo en la transición energética». Y entre ellos está el cobre, «la piedra angular de todas las tecnologías relacionadas con el suministro de energía eléctrica», reza en ‘La Hoja de Ruta para la gestión sostenible de las materias primas minerales’, que prepara el Gobierno.
Hoy día en España hay cinco explotaciones mineras principales de donde se extrae cobre: Mina las Cruces (en Sevilla) y Minas de Riotinto, Aguas Teñidas, Magdalena y Sotiel, estas cuatro últimas en Huelva. Producen concentrados de cobre que en 2022 supusieron el «equivalente a 157.000 toneladas de cobre metal», estima Francisco Sierra, doctor Ingeniero de Minas y delegado del Colegio Ingeniero de Minas del Sur en Huelva. Los datos oficiales más recientes, de la Estadística Minera de España, apunta que en 2021 fueron 142.381 toneladas.
El concentrado (que contiene entre un 22 y 24% de cobre) se vende en el mercado internacional a fundiciones y plantas donde se separa este metal de otros metales e impurezas.
El cobre sigue después diversos procesos de refinado hasta lograr un cátodo (una especie de gran lámina de 350 kg) con una concentración de cobre del 99,99% de donde se obtienen varillas, tubos, láminas, alambres...
Por sus propiedades, el cobre es un metal único. Es maleable y dúctil, un excelente conductor de calor y electricidad, además de ser resistente a la corrosión y antimicrobiano. «No tiene sustituto», sentencia Ester Boixereu, especialista en Recursos Minerales del Instituto Geológico y Minero de España (IGME), del CSIC.
«Su alta conectividad -añade- es muy eficiente. Lo necesitamos como conductor de electricidad, es muy fácil de trabajar y se puede presentar en cable, planchas...».
Por eso está por todo nuestro alrededor. Desde el lavavajillas doméstico a nuestros ordenadores y smartphones. Por no hablar de todo el cableado que nos proporciona electricidad. Razón suficiente para entender que si aumenta la población mundial también crecerá la demanda de cobre.
Y hay un país que juega fuerte en este tablero. «China (todavía en desescalada por el Covid) hasta hace bien poco consumía el 50% del cobre del mundo, por un proceso de crecimiento interno debido a la urbanización y a la aparición de una clase rica que quiere sus comodidades. Y también India ha comenzado ese proceso de urbanización», destaca Alberto Lavandeira, CEO de Atalaya Mining, la empresa que explota las Minas de Riotinto y que forma parte de Aminer (Asociación de Empresas Investigadoras, Extractoras, Transformadoras Minero-Metalúrgicas, Auxiliares y de Servicios), una patronal donde están integradas corporaciones mineras que operan en España y otras auxiliares.
En este escenario ya tenso han aparecido dos fenómenos globales que multiplicarán exponencialmente la demanda de cobre: la descarbonización y el vehículo eléctrico. «Un coche de gasolina o diésel precisa 25 kilos de cobre, un híbrido entre 40 y 50 y un vehículo 100% eléctrico 83», señala Sierra. Además está su gran contribución a las energías renovables: «Cada MW de un parque eólico -matiza- requiere cuatro veces más cobre que las energías convencionales y por MW de fotovoltaica se utiliza una media de 4 toneladas de cobre». «Toda esa energía hay que distribuirla y transportarla a través de redes de cables», indica Vicente Gutierrez, presidente de Confedem (Confederación de Empresarios de la Minería y Metalurgia).
Mercado tensionado
Esta situación ha tensionado el mercado internacional de cobre. El precio por tonelada superó el máximo histórico de 10.000 dólares el año pasado.
Y aunque este año ha descendido a los 8.500 dólares, las previsiones apuntan que podrá superar los 15.000.
Ya se empieza a hablar incluso de escasez del recurso.
Según el Grupo Internacional de Estudios del Cobre, la producción minera mundial de cobre se situó el año pasado en 21,9 millones de toneladas. «Diferentes estudios estiman que necesitaremos entre 4 y 6 millones de toneladas más al año», apunta Lavandeira. Los analistas de Goldman Sachs creen que necesitaremos un 54% más de cobre para 2030. También la Agencia Internacional de la Energía prevé que la demanda se duplique hasta 2040. Y que, para cumplir los objetivos climáticos, no bastará con las minas existentes ni las que están en construcción.
Por tanto, faltan recursos mineros de cobre. Y buscar, encontrar y explotar nuevos supone todo un desafío para las empresas. «En superficie se están agotando los yacimientos actuales, donde hay mayor concentración de este metal. Hay que seguir profundizando. Pasar las minas de cielo abierto a subterráneas, lo que es una ventaja desde el punto de vista medioambiental. Al bajar, son yacimientos polimetálicos, es decir que no solo hay cobre sino también plata, oro... Separar metales menos concentrados y más metales complica el procedimiento», explica Gutierrez.
Según el Servicio Geológico de EE.UU. hay 870 millones de toneladas de cobre en reservas que «tienen viabilidad técnica, económica y medioambiental para ser explotadas», dice Lavandeira. Y se estima que entre 2.100 y 3.500 millones de toneladas en recursos de cobre que han sido identificados y no descubiertos. «Son recursos sondeados pero no está probado que vayan a ser rentables porque las minas están en lugares remotos, con problemas logísticos y de infraestructura.
Hace falta trabajadores y mucha inversión. Se ubican en la cordillera de los Andes, en montañas canadienses, de Alaska, Indonesia, el Tíbet o del Congo», puntualiza Lavanderia. De ahí que si el precio del cobre se mantiene alto puede ser un atractivo para que las empresas inviertan en estos nuevos descomunales desarrollos.
Para hacerse una idea de la magnitud que supone abrir uno de estos yacimientos, Lavanderia aporta unos datos: «La última mina abierta en Panamá ha requerido una inversión de 8.000 millones en ocho años. En Mongolia, en medio del desierto de Gobi, se ha abierto un yacimiento con un comedor para 20.000 personas.
En Chile bombean agua desalinizada del mar que recorre 500 km de tuberías hasta las minas».
Con la referencia de 2030 para empezar a cumplir objetivos climáticos, Lavandeira considera que «aunque supiéramos dónde están las minas no hay capacidad minera actual para acometer la demanda, tanto por el exceso de demanda, como por la disminución de la producción en las minas actuales, que se agotan, y porque no se han producido inversiones en años anteriores.
Los proyectos de cobre que han arrancado este año se comenzaron a tramitar hace diez».
Faja Pirítica
En este contexto, las actuales explotaciones de la Faja Pirítica de Andalucía «son muy importantes a nivel de España y de la UE, pero relativamente pequeñas a escala mundial. Eso sí, tienen un tamaño ideal para reaccionar rápidamente a cada movimiento del mercado. Las explotaciones pequeñas son necesarias para mantener la oferta en niveles altos y cubrir la demanda. La minería andaluza no compite ni con las minas de Chile ni de Perú ni con nadie: todos los yacimientos de cobre son necesarios y tanto Huelva como Sevilla están llamadas a jugar un papel importante en ese nicho», afirma Sierra.
El potencial está también en las reservas de cobre que guarda esta zona. «Son reservas probadas y probables. Ya hay buenos indicios de nuevas minas y de que la gran mina de cobre de la Faja Pirítica está por descubrirse», asegura Sierra. «Se calcula que se concentran unos 14 millones de toneladas de cobre. Hay yacimientos en el subsuelo y quedan por explorar algunas masas que no se ven», indica Boixereu. Y eso despierta el interés de grandes corporaciones. De hecho, Sierra afirma que «hay numerosas empresas internacionales interesadas en realizar inversiones significativas en la minería de Andalucía y fundamentalmente en el cobre de la Faja Pirítica». Ya hay decenas de proyectos de investigación autorizados. Se da otra circunstancia, en la que los expertos están de acuerdo: «Andalucía ha batido récord para pasar los permisos de exploración a explotación. Ha autorizado algún proyecto de explotación en tan solo 18 meses, cuando antes tardaban entre 6 y 7 años», destaca Gutierrez.
Atalaya Mining es una de las empresas que ha logrado el beneplácito administrativo para nuevas exploraciones y explotaciones. Hoy obtiene cobre de Cerro Colorado (Minas de Riotinto), cuya producción comenzó en 2015 después de más de una década cerrada. Al lado, espera recuperar los antiguos yacimientos de San Dionisio y San Antonio. Tiene el visto bueno de la Junta de Andalucía para poner en marcha el proyecto Masa Valverde: extraerá cobre y zinc de varios depósitos en la Faja Pirítica. «Llevamos ocho años en la zona. Con lo que se conoce, tiene potencial para 15 o 20 años más», asevera Lavandeira. Esta multinacional también está pendiente de reactivar la producción de cobre en la mina de Touro (Galicia) e investiga nuevos yacimientos en el suroeste de Badajoz (proyecto Ossa Morena).
Innovación La multinacional Sandfire Matsa explota las minas subterráneas Aguas Teñidas, Magadalena y Sotiel, donde utiliza una innovadora herramienta que proporciona mayor seguridad de operación, en los equipos e incluso ha aumentado el mineral extraído. «Se trata del sistema teleremote (RCT), que permite operar maquinaria esencial en el interior de la mina desde la superficie, como equipos de perforación o palas cargadoras para la recuperación de mineral. Los equipos son controlados por operarios desde una oficina, donde visualizan y controlan el avance de la maquinaria en pantallas. Es una tecnología teledirigida y semiautomática. Hemos instalado 60 km de Wifi en dos de las minas, que también ha favorecido el uso de drones para recoger datos bajo tierra y en superficie», explica Rob Scargill, director ejecutivo de Sandfire Matsa.
Junto a Atalaya Mining, esta empresa también ha realizado una campaña de exploración para conocer la riqueza del subsuelo de la Faja Pirítica. Estudian ahora los resultados. «Hemos identificado una nueva zona de mineralización de cobre, zinc y plata, denominada San Pedro, situada a 100 metros al sur de Aguas Teñidas», concreta Scargill.
A cielo abierto la mina Cobre Las Cruces (Sevilla), propiedad de la multinacional canadiense First Quantum Minerals, ya llega a su final. Será tapada y restaurada, para dar paso al proyecto PMR (Polymetallurgical Refinery), cuyos permisos están en tramitación. «Supondrá la puesta en operación de una nueva mina subterránea y una refinería polimetalúrgica, la primera de sus características en el mundo, para la producción de metal de cobre, zinc, plomo y plata. Todo el proyecto supondrá una inversión de más de 500 millones de euros y generará 2.400 empleos», asegura Ramón Naranjo, director financiero de Cobre Las Cruces.
Esta compañía tiene permisos de exploración en Sevilla y Huelva, con el objetivo de identificar nuevos recursos minerales. «Todavía estamos empezando a comprobar el enorme potencial de la Faja Pirítica», asegura Naranjo.
Todo un filón de cobre todavía por descubrir que puede situar a España en una posiciónprivilegiada en Europa para hacer frente a la creciente demanda del oro del futuro.