Viene a propósito el cambio del mensaje en el título para lamentar esa dualidad de criterio que constantemente divide a nuestra sociedad, y para denunciar la necesidad de cambiar esos comportamientos «anti industria» y «anti aprovechamiento de recursos» que ya se están volviendo contra nosotros sin que hagamos nada por evitarlo. Perdemos muchas oportunidades.
Es incomprensible que sigamos sin marcarnos objetivos concretos y duraderos en cuestiones básicas. Ante una situación tan complicada como la que actualmente presenta el panorama mundial, todos los países intentarán ir al máximo de autoabastecimiento, tanto en materias primas como en todo lo relativo al suministro energético. Sin embargo, aquí seguimos aletargados.
Europa se está replanteando la necesidad de mantener la energía nuclear como garantía de suministro durante el periodo de transición necesario para poder contar con energías renovables, junto con el diseño de sistemas de almacenamiento. Prueba de ello es su reciente inclusión en la taxonomía verde europea. Mientras tanto, aquí, retiramos el permiso a la empresa Berkeley para explotar el Uranio de la mina del Retortillo, en Salamanca. Un producto que no sería utilizado en España, por lo que no interferiría con la política nuclear establecida, pero del que hay mucha demanda exterior, al seguir en funcionamiento más de 450 centrales nucleares hoy en día.
Una mínima reflexión sobre este tipo de generación requeriría que España revisase el acuerdo sobre el cierre de las siete centrales nucleares en funcionamiento, previsto para el periodo 2027 a 2035 y que, según voces expertas del sector, podría prolongarse varios años con plenas garantías.
Extremadura tiene un nivel de riesgo de pobreza del 38% (casi 4 de cada 10 extremeños) según el indicador europeo AROPE pero, sin embargo, ponemos todas las trabas posibles a explotar la que hoy en día es la segunda reserva de Litio en Europa, un proyecto industrial que crearía muchos puestos de trabajo de calidad en la región. El Litio es una materia prima imprescindible, que nuestros vecinos lusos si van a explotar, eso sí, exigiendo que todo el proceso de elaboración se lleve a cabo en su país, sin vender el mineral en bruto.
Existen infinidad de casos similares en los que, debido a rechazos sociales, a veces poco justificados y normalmente influidos por un ecologismo exacerbado, o bien por la falta de un análisis conjunto de las partes afectadas, el resultado final es que no se crea riqueza en muchos lugares donde podrían tenerla. Otro caso llamativo lo representa la negativa a explotar las tierras raras de Matamulas, en Ciudad Real, que cubriría el 20% de la demanda europea, y en la que la minería sería muy simple al encontrarse el mineral en forma de grava.
Al final, la necesidad y el sentido común acaban poniendo las cosas en su sitio. Nos encontramos en una época en que las políticas y las estrategias deben adaptarse a unas circunstancias cambiantes. Un claro ejemplo es la descarbonización, para la que estamos acelerando el uso de renovables y evitar el de los combustibles fósiles causantes del calentamiento global, pero que no avanza a la velocidad prevista. Paradójicamente, el año pasado se batió el record mundial de consumo de carbón y hoy está disparado su precio. Aunque nosotros fuimos pioneros en apoyar las energías renovables, el acompañar esa política de las prohibiciones generalizadas a la investigación y a la explotación de hidrocarburos, o el no al fracking por real decreto, parece que fueron precipitadas.
Desde el Consejo Superior de Colegios de Ingenieros de Minas se han hecho dos sugerencias sobre materia energética que deberían tenerse en cuenta en las actuales circunstancias.
La primera incide en el levantamiento de la prohibición de explorar e investigar posibles yacimientos de hidrocarburos en nuestro subsuelo, reservas que podrían ser imprescindibles en casos de cortes de suministro exterior. La otra es la reutilización del yacimiento ya explotado de Casablanca, en la zona marítima próxima a Tarragona, como almacenamiento subterráneo de gas, para duplicar nuestra capacidad actual y para apoyar la idea de convertir a España en el hub gasístico europeo.
De todo lo anterior se desprende la necesidad de disponer de una estrategia nacional estable y bien definida sobre nuestro desarrollo industrial, y sobre el aprovechamiento de los recursos existentes o probables. En ese sentido, ha sido muy bien recibida la iniciativa de poner en marcha la Hoja de Ruta para la Gestión Sostenible de las Materias Primas Minerales, al objeto de establecer las bases para la transformación del sector extractivo, en un contexto de economía circular, garantizando el suministro de las mismas en España de una manera sostenible, eficiente, y que optimice los beneficios a lo largo de la cadena de valor.
Fuente de la noticia: FELIPE LOBO RUANO - DECANO-PRESIDENTE DEL COLEGIO DE INGENIEROS DE MINAS DEL SUR