Algunos no quieren ver que, sin minerales, la sociedad volvería a la era neandertal

Algunos no quieren ver que, sin minerales, la sociedad volvería a la era neandertal.

César Luaces es secretario general de la Fundación Minería y Vida, la nueva entidad que ha unido a todo el sector en España para defender una actividad esencial y con mala imagen.

 

La Fundación Minería y Vida es una organización que ha comenzado a funcionar este año y en la que participan hasta 15 patronales del sector, colegios profesionales, universidades, etc. Uno de sus principales objetivos es cambiar la mala imagen que sigue teniendo esta actividad a pesar de su aportación al avance de la sociedad, en la que juega un papel tan esencial como desconocido. Su primer presidente es Javier Targhetta (Atlantic Copper).

César Luaces es uno de los mayores especialistas en minería en España y en Europa. Está especializado en diversos campos como la sostenibilidad, la biodiversidad, reciclado o uso de agua. Atiende a El Confidencial desde Bruselas.

PREGUNTA. Esta semana se han cumplido 25 años del mayor desastre medioambiental en España, con la rotura de la balsa de Aznalcóllar, que vertió seis millones de metros cúbicos de lodos tóxicos que arrasaron más de 60 kilómetros del río Guadiamar hasta que se pudo parar a las puertas de Doñana. ¿Aquello supuso un punto de inflexión en la percepción social de la minería en España?

RESPUESTA. Bueno, desde luego, supuso un elemento muy negativo para la percepción de la sociedad española hacia la minería. Hay que decir que el accidente de Aznalcóllar fue realmente un accidente que no debería haberse producido. Lo más lamentable, más que el propio incidente, fue la actuación posterior que tuvo la empresa, que la verdad es que fue un poco cuestionable, por decirlo suavemente. El problema es que, tratando de salvarse la empresa, en este caso de capital sueco, nos dejó al resto de la industria, no solo española, sino europea, un problema de imagen que a mi modo de ver era totalmente inmerecido. No es que antes se hicieran malas prácticas. Malas prácticas son que la empresa dejara todo como lo dejó y todavía está coleando hoy en día. Sin embargo, el resto de la industria extractiva en España y en Europa hemos padecido las consecuencias de ese accidente.

P. ¿En qué sentido?

R. Algunas han sido muy negativas y otras positivas. Las negativas, pues un daño a la imagen de la industria inmerecido en toda la sociedad y una prevención hacia nuestra industria por parte de las administraciones públicas que nos ha afectado también. Lo positivo es que este accidente supuso un cambio total de reglamentación europea. De hecho, se creó una directiva europea que ha sido traspuesta a los Estados miembros para la gestión de residuos, para mejorar sus prácticas y para intentar prevenir ese tipo de accidentes en el futuro. Y esta reglamentación ya lleva ahora mismo 15 años en vigor. Y yo creo que ahora mismo están las bases para que esto no se pueda volver a repetir. Lo que sí que es cierto es que esto fue un accidente y los accidentes, como su nombre indica, a veces son imposibles de evitar. Creo que lo que hay que intentar es tomar las medidas para minimizar la probabilidad de que ocurra.

P. Esto fue en el año 98. Han pasado 25 años y ustedes insisten en que la minería del siglo XXI no tiene nada que ver con aquella. ¿En qué aspectos fundamentales ha cambiado?

R. Aquel accidente supuso un aldabonazo en la industria minera en el sentido de que había que cambiar determinadas cuestiones para empezar no solo a hacer una actividad más sostenible, sino también a comunicarla de forma más transparente a la sociedad. Nosotros tenemos, y esto es una de las cosas que la sociedad no conoce, una industria que, en estos momentos, está sometida a una de las reglamentaciones más estrictas del mundo en términos de medio ambiente y en términos de seguridad. Es decir, nosotros tenemos una industria muy avanzada, que está comprometida con la responsabilidad social empresarial, con muchísimas iniciativas solidarias, con un cuidado por la seguridad y salud de los trabajadores elevadísimos, y, ahora mismo, la minería en España, y en concreto también en Andalucía, tiene unos estándares industriales que están entre los primeros del mundo. De hecho, por ejemplo, cuando se organizan premios europeos de desarrollo sostenible, de restauración, de gestión de la biodiversidad, de seguridad, de salud, etcétera, es frecuente que las empresas españolas sean las premiadas. Entonces, ahora mismo, nuestra industria es una industria moderna, muy tecnificada, que sigue adaptándose cada día a las innovaciones existentes...

P. Esta semana Greenpeace advertía que un accidente en la balsa de Riotinto sería 10 veces más grave que la de Aznalcóllar...

R. En esos momentos, cualquier empresa, incluida esta, tiene sus propias responsabilidades. No hay que olvidar que hay una Ley de Responsabilidad Ambiental que no existía entonces, y la empresa es la primera interesada en cumplirla. Por lo tanto, esta empresa tiene sus propios mecanismos internos para intentar prevenir un accidente de esas características. De hecho, ahora mismo, los diseños de las presas de lodos son muy diferentes para intentar que en el caso de un accidente el lodo no alcance zonas críticas. Tengo que decir que los movimientos ecologistas que son muy respetables y que nosotros tenemos colaboraciones permanentes con muchos de estos colectivos ecologistas. Con otros es más complejo porque hay algunos que no querrían nada, ni que haya electricidad, y otros que son más alarmistas.

P. ¿Y en este caso hay motivos para la alarma?

R. Yo no puedo garantizar que nunca vaya a haber ningún accidente en ninguna parte. Lo que sí que puedo decir es que, con los sistemas de control, la sensibilización y la digitalización, que permite tener una monitorización en tiempo real de todo, es más fácil prevenir cualquier accidente. Y, además, con la nueva reglamentación, el cambio de diseño de las explotaciones y de las instalaciones de residuos ha evolucionado mucho, es más difícil que suceda algo así de nuevo. Pero los accidentes son accidentes. También tenemos coches más seguros y sigue habiendo accidentes, y no dejamos de usarlos.

P. Una buena parte de la sociedad sigue viendo a la minería como algo muy negativo...

R. Efectivamente, y no se dan cuenta de que nuestra industria es imprescindible para todos los ciudadanos. Por ejemplo, si ahora mismo no tuviéramos minerales, volveríamos exactamente al punto de los neandertales, cogiendo una piedra para intentar abrir una fruta en lugar de usar un cuchillo. Es decir, no tendríamos casa, no tendríamos colegios, no tendríamos coches, no tendríamos teléfonos móviles, no tendríamos ordenador, no habría energía... Porque todas esas cosas tienen minerales que extraemos de la tierra. Pero algunos no quieren ver que, sin minerales, la sociedad volvería a la era neandertal. Hay gente que piensa que las minas son algo que alguien hace para llevarse sus recursos, y lo que no se dan cuenta es que les estamos dando los recursos para vivir porque, desde que uno se levanta hasta que se acuesta las 24 horas del día, está permanentemente en contacto con minerales y usándolos. Lo que pasa es que no lo piensa, no lo ve, y lo da por hecho. Es decir, es como cuando abrimos el grifo y sale el agua, pero si no hubiera...

P. Entonces, que el 90% de la minería metálica de España esté en Andalucía, ¿es una lotería o una desgracia?

R. Lo importante de la minería, que es lo que la gente tiene que entender, es que la minería está donde está el recurso que ha puesto la madre naturaleza, la evolución geológica a lo largo de las de las eras. En este caso, tenemos la faja pirítica que no solo toca a Andalucía, sino que toca también parte de Portugal y otras zonas del oeste de España. Esto justifica que la minería metálica esté ahí. Es verdad que la faja pirítica en la zona de Andalucía es particularmente rica en materias primas y por eso tiene ese interés actual, y más que va a tener, porque ahora mismo hay muchas iniciativas europeas para desarrollar la minería, no solo la metálica, sino la de otras materias primas que son imprescindibles para la transición energética y digital. Y es una suerte para Andalucía poder tener eso, tener empresas dispuestas a invertir en ello de forma sostenible y tener a unas administraciones no solo esta actual, sino otras anteriores, que han entendido que ese es el futuro o parte del futuro de Andalucía. Entonces. En los próximos años, no solo en Andalucía, sino probablemente en Extremadura, Galicia, Castilla y León y en otras regiones, pues vamos a asistir a un incremento de proyectos mineros que van a generar no solo la riqueza de la propia extracción, sino el anclaje de las cadenas de valor.

P. Y con esta, con esta buena previsión de crecimiento del sector, ustedes han presentado hace unos meses, en octubre, esta Fundación Minería y Vida. ¿Cuál es el objetivo que persiguen?

R. Esta fundación tiene básicamente tres grandes sectores de trabajo. El primero de ellos es para mejorar la responsabilidad social empresarial y las buenas prácticas en las empresas. Tenemos otra segunda línea de trabajo que está vinculada a la educación en dos vertientes. Por un lado, en los colegios, donde se suelen trasladar a los libros de texto que la minería es una actividad mala, perniciosa y contaminante. Otra vertiente es para la atracción de nuevos profesionales, porque necesitamos incorporar a talento joven, a gente especializada y tecnologizada en esta industria porque las minas hoy en día no tienen nada que ver con las minas de hace 40 años. Y, luego, la tercera línea de trabajo de la fundación es la comunicación. Es decir, queremos comunicar en positivo sobre la industria a los ayuntamientos, a los ciudadanos, a la sociedad en su conjunto, y hacerles ver la realidad de una actividad que es imprescindible y que, además, ayuda a crear riqueza y empleo.

P. En el caso de Andalucía, ¿han notado en los últimos años un cambio en la sociedad o incluso a nivel político de la Junta Andalucía con respecto a la minería?

R. Bueno, lo cierto es que a finales de los 90, tras aquel accidente, la minería metálica en Andalucía prácticamente llegó a extinguirse. Poco esa percepción ha ido cambiando, no solo el actual gobierno de la Junta de Andalucía, sino con los gobiernos anteriores. Se dieron cuenta de que la actividad minera era una industria importante para Andalucía y empezaron a apoyarla. Dicho eso, las empresas que ahora mismo están actuando en Andalucía son empresas solventes, responsables, conscientes de que tienen que hacer las cosas como es debido, y, de hecho, tienen una estrategia de comunicación muy potente. Y esto ha generado un cambio de opinión pública en Andalucía, porque, además, se demuestra que la mina bien gestionada genera riqueza y empleo en zonas deprimidas. Entonces, es una actividad que lucha contra la España vaciada y que, además, produce las materias primas que necesita todo el mundo.

P. En estos momentos, hay una cierta preocupación de las administraciones públicas por garantizar el futuro de las materias primas. Eso pone el foco sobre la minería, ¿no?

R. Efectivamente. Le doy algunos ejemplos: la Junta de Andalucía del PP está ahora terminando una nueva estrategia de minería sostenible. Segundo, el Gobierno central, con el PSOE y Unidas Podemos ha aprobado en el mes de agosto pasado la hoja de ruta para la gestión sostenible de las materias primas minerales, donde se consideran aspectos medioambientales, de economía circular, etcétera. Y la Unión Europea acaba de sacar el 16 de marzo una Ley de Materias Críticas, que está en discusión todavía y tardará unos meses. Entonces, digamos que, de alguna manera, lo que hasta hace poco ninguna institución política tenía en la cabeza, que es que las materias primas son esenciales, pues ahora se han dado cuenta de que sin materias primas la civilización occidental está muerta. Claro, se están tomando medidas de emergencia para corregir este problema tan grave. De hecho, ahora mismo las materias primas minerales son una prioridad número uno en la agenda política de la Comisión Europea, del Gobierno de España y de la mayoría de las comunidades autónomas.

P. Por cierto, recientemente salió que un estudio que señala que en Andalucía hay 17 de los 29 minerales considerados críticos por la UE. ¿Qué puede suponer eso?

R. Hay que estar de enhorabuena y hay que ser capaces de gestionar eso de forma sostenible y correcta. Eso es lo importante. Reflexionemos. Creo que Andalucía tiene un futuro brillante. Sí, en cuestiones de minería, materias primas.